Esta historia fue publicada el 5 de junio de 2020.
El 18 de mayo, el biólogo molecular de Sloan Kettering Institute, Prasad Jallepalli escribió en Twitter: “Hoy fue el primer día en que mi laboratorio volvió a abrir después de una pausa de nueve semanas, lo que permitió a mis colegas clínicos @sloan_kettering y a toda la ciudad de Nueva York lidiar con el aumento de casos de COVID-19. Gracias a sus esfuerzos, podemos volver a trabajar y luchar contra el cáncer y otras enfermedades con nuestros cerebros y nuestras manos”.
A mediados de marzo, mientras la pandemia de la COVID-19 se intensificaba, la dirección de Memorial Sloan Kettering tomó la decisión de cerrar los laboratorios en toda la institución que no estuvieran directamente relacionados con la atención de los pacientes. Esto se hizo para proteger a los empleados y frenar la propagación de la infección.
Cuando el laboratorio del Dr. Jallepalli y otros laboratorios de investigación de MSK comenzaron a reabrir a finales de mayo, hablamos con él sobre su trabajo durante el cierre y sus impresiones sobre la reapertura.
¿Cómo se sintió en su primer día de regreso?
Fue muy emotivo entrar manejando a la ciudad y ver Nueva York de nuevo; estaba muy tranquila y parecía como si estuviera congelada en el tiempo. Pero al mismo tiempo, me sentí muy emocionado de volver a hacer lo que hago y de avanzar en todos mis proyectos de investigación.
Me recordó a cuando abrí mi laboratorio hace casi 20 años. Era una situación diferente, pero tenía la misma sensación: esta habitación debe llenarse de ciencia.
Ha sido genial ver a todos sonriendo debajo de sus mascarillas. Las personas entran y revisan sus cuadernos. Están empezando a despertar sus cultivos celulares y a planear experimentos. En general, tengo una verdadera sensación de optimismo.
¿Cómo abordó el cierre de su laboratorio el pasado mes de marzo?
Como todo el mundo, estaba viendo las noticias y viendo lo que estaba pasando con el virus. Debido a mi experiencia clínica, tenía los ojos bien abiertos al hecho de que lo que venía iba a ser más grande que cualquier cosa que cualquiera de nosotros hubiera visto.
Aún antes de que se anunciara la decisión de cerrar los laboratorios, les decía a todos que llevaran sus experimentos a los puntos de pausa apropiados. Empezamos a congelar las líneas celulares y a hacer copias de seguridad de los datos importantes. Nos aseguramos de que todo el mundo pudiese acceder al servidor del laboratorio desde su hogar, así como a las revistas digitales a través de la biblioteca de MSK.
Al mismo tiempo, les dije a todos en mi laboratorio que mi máxima prioridad era su seguridad y bienestar. Comprendí que cada uno tenía circunstancias diferentes. Podían tener niños pequeños en casa o estar viviendo con un familiar mayor que estuviese en riesgo. Dejé en claro que las actividades no se llevarían a cabo como siempre y que no se esperaba que así fuera.
¿Cómo se mantuvo en contacto con su equipo durante la pausa del laboratorio?
Fue un reto sin la presencia física del laboratorio, pero era muy importante para mí mantener la sensación de que estábamos conectados.
Hacíamos nuestras reuniones de grupo y clubes de publicaciones habituales mediante Zoom. El propósito general era mantenernos comprometidos unos con otros, tanto intelectual como socialmente. Se denomina distanciamiento social, pero en realidad debería denominarse distanciamiento físico. No quería que los demás se sintieran socialmente aislados o como si estuviesen a la deriva.
¿En qué trabajó durante la pausa del laboratorio?
Estar ausente del laboratorio limita las capacidades, pero priorizamos lo que podíamos hacer desde casa. Me concentré en analizar datos, solicitar becas, y escribir y revisar trabajos de investigación.
Ahora que ha regresado, ¿cómo cambiarán las prácticas de laboratorio?
La tarea de reabrir mi laboratorio significa hacer que todos vuelvan a su lugar de trabajo y mantenerlos sanos. Hemos recibido muy buena orientación de nuestros colegas clínicos, especialmente del equipo de enfermedades infecciosas de MSK, en cuanto a las medidas que debemos tomar. Ellos nunca dejaron de ver pacientes durante el período en el que el resto de nosotros estuvo ausente, y estuvieron implementando todas estas prácticas.
Comenzamos con un 25 % de capacidad y gradualmente iremos subiendo a partir de ahí. Las áreas donde normalmente se encuentran tres o cuatro personas comenzaron con una sola persona a la vez. Ahora tienen un límite de dos personas, por un tiempo. Debido a que habrá menos personas trabajando al mismo tiempo, tendremos que implementar turnos. Todos deberán llevar una mascarilla y una bata de laboratorio y mantenerse a seis pies de distancia. Nos lavaremos las manos y desinfectaremos nuestros equipos con frecuencia.
¿Qué es lo que más le entusiasma de volver a su investigación?
Durante los últimos años, no he pasado mucho tiempo haciendo experimentos en el laboratorio. Pero en enero de este año, decidí que quería volver a hacerlo. Estaba impaciente por trabajar en varios proyectos nuevos relacionados con la biología y la genética del cáncer. Cuando tuvimos que cerrar el laboratorio, fue difícil poner eso en pausa. Pero desde que volví, me he divertido mucho. Ya puedo ver que mi investigación está progresando otra vez.
Ayudar y orientar a los demás en mi laboratorio también es importante para que puedan seguir adelante con sus propios proyectos. En general, todo el mundo tiene motivaciones renovadas. Todos pensamos en cómo podemos usar la ciencia para tener un impacto positivo en el mundo y en la vida de las personas.
Además de trabajar, ¿qué hizo durante la pausa?
Estuve con mi familia en nuestra casa en el sur del condado de Westchester. Cociné mucho para ellos. Tengo un ahumador de leña, e hice barbacoas. Hay muchas similitudes entre la cocina y la ciencia: se empieza con materias primas, y uno tiene ideas sobre cómo quiere convertirlas en un producto terminado.
Pero por mucho que me guste cocinar, no es mi profesión. Mi familia ha notado lo feliz que soy desde que pude volver a mi laboratorio.
— Julie Grisham